Las 9 diferencias entre cambio de marchas automático y manual

El cambio manual y el automático son los dos tipos de transmisiones por antonomasia en los coches, pero les separan varios aspectos. Veamos las diferencias mecánicas y de funcionamiento entre ellas.

Diferencias cambio marchas automatico manual

Que la experiencia al volante de un coche sea positiva o negativa depende, en gran parte, de la transmisión. Al fin y al cabo, el control de la velocidad es fundamental para que el tiempo invertido en el asiento del conductor sea un momento del día que se desea que llegue o, por el contrario, un auténtico suplicio.

Dicho todo esto, en el nuevo artículo de TopDriverz se van a analizar las diferencias que existen entre un cambio de marchas automático y otro manual. ¿Qué tiene uno que no tenga el otro? ¿Qué beneficios pueden aportar al usuario desde el preciso instante en el que se pone al volante? Para obtener todas esas respuestas tan solo hay que seguir leyendo las líneas que vienen a continuación, aunque antes conviene entender qué es exactamente la transmisión.

¿En qué se diferencian un cambio de marchas manual de uno automático?

La transmisión es el mecanismo que ordena la llegada del giro de motor a las cuatro ruedas del coche. Con el fin de salvaguardar la eficiencia de la estructura mecánica, dicho motor mantiene unas revoluciones que, a su vez, se mantienen en unos niveles de mayor o menor constancia. En consecuencia, la transmisión es la encargada de variar la velocidad de las ruedas. Ahora sí que sí, vamos al turrón.

1. La seguridad

El apartado de la seguridad es uno de los más obvios a la hora de enumerar todo aquello que separa a un cambio de marchas automático de un manual, y viceversa. En esta ocasión, el automático se lleva el gato al agua con claridad. Y es que la obligación de mirar al frente durante el recorrido de conducción está más presente en él al no tener que desviar la mirada en esa décima de segundo que implica el paso a una marcha distinta. Es suficiente con poner la palanca en la posición correspondiente al inicio.

Por su parte, un manual implica pasar más tiempo pendiente de qué marcha está accionada e ir cambiándola en función de las circunstancias espaciales y temporales con las que se tenga que lidiar. Para ello, hay que empujar la palanca hacia adelante a la izquierda (1ª), hacia abajo a la izquierda (2ª), hacia adelante de forma centrada (3ª), hacia abajo de la misma manera (4º) y hacia adelante con una ligera orientación a la derecha (5ª).

Seguridad cambio marcha

2. Mecanismo de funcionamiento

Una caja de cambios manual dispone de una estructura más simple, la cual está conformada por una serie de engranajes o piñones que, a su vez, giran a diferentes velocidades sobre el eje de entrada, el intermedio y el de salida. El primero recibe las fuerzas procedentes del motor por medio del embrague, se las transmite al segundo y este al tercero. Los sincronizadores, que son una especie de anillos, se encargan de engranar los piñones en cada cambio, siempre y cuando el usuario accione la palanca.

Por el contrario, una manual emplea un conjunto de engranajes planetarios. Estos dan la posibilidad de modificar la relación transmisora sin la necesidad de engranar piñones distintos al estar ya todos engranados previamente. Esto hace que, finalmente, unos embragues y frenos tengan la potestad de decidir qué elementos giran y cuáles se quedan quietos para variar la entrada y la salida del sistema. Para su movimiento, tiene un convertidor de par que conecta y desconecta la potencia del motor a la transmisión.

3. Precio

Derivado de su fisonomía menos sofisticada y de unos costes de fabricación menores, una caja de cambios manual se puede encontrar en el mercado a un precio inferior en comparación con otra automática. Este puede estar situado entre los 1.000 y los 2.500 € aproximadamente.

Sin embargo, en una caja de cambios automática se encuentra una mayor cantidad de piezas móviles y componentes electrónicos, por lo que sus reparaciones exigen rascarse más el bolsillo. Hay que decir también que los procesos de reparación están más espaciados en el tiempo, sobre todo si contienen el ya mencionado convertidor de par.

4. Consumo

A pesar de los avances tecnológicos en cuanto a eficiencia que ha experimentado la automática en los últimos tiempos, la transmisión manual consume menos energía por lo general. No obstante, en las fichas técnicas de vehículos con una y otra se homologan consumos idénticos.

En cualquier caso, el factor más determinante en este ámbito es la habilidad del usuario a los mandos de su coche, con un buen uso del embrague si se trata de una manual y del acelerador y el freno en el supuesto de que sea una automática.

Consumo cambio marchas

5. Comportamiento

En la mayoría de terrenos con irregularidades o ciertos desniveles, una transmisión automática se desenvuelve mejor. En el caso de las pendientes, por lo general se comporta de una forma más eficiente sin que exista la posibilidad de que se atasque o se atore, como puede ocurrir perfectamente con una caja manual. El contexto que más separa a ambas en este aspecto es el frenado del motor en lugares de bajada.

El embrague tiene la ventaja de frenar la velocidad a la que se está desplazando el coche. Sin embargo, en una automática siempre es necesario tener el pedal de freno accionado para que la velocidad se mantenga en niveles bajos ya que el engranaje de baja y el convertidor de torque a pocas revoluciones ayudan, pero no equivalen a la detención 100 % que puede proporcionar el embrague. Eso sí, con una manual hay que dar con la tecla con el engranaje ya que el empleo excesivo del acelerador daña el tren motriz.

6. Experiencia de usuario

El papel más intervencionista del conductor a la hora de elegir los engranajes en la caja de cambios hace que un coche manual sea más personalizable por él en lo que respecta a su conducción y, por extensión, que haya más química entre máquina y humano que en el caso de un automático.

La precisión y el control sobre el vehículo gracias al pedal izquierdo es algo que no se puede tener en un automático, donde tan solo se coloca la palanca en la posición D (Drive) y se frena cuando haya necesidad. Por lo tanto, no se le puede dar esa personalización a la conducción que a muchos/as gusta.

7. Resiliencia

Como todo tiene sus pros y sus contras, esa mayor libertad que tiene el usuario con cajas de transmisión manual puede derivar en mayor riesgo de avería. Un ineficaz o incorrecto empleo del embrague hace que sea más susceptible a una avería que un sistema de transmisión automática. Así como el motor, que puede sufrir en mayor medida ante los cambios abruptos.

Y es que esa velocidad más constante que puede mantener, a pesar de que puede tener como consecuencia una conducción más aburrida, también hace que se exponga a menos riesgos. No obstante, los frenos pueden ser los componentes más propensos a ese riesgo, a menos que se trate de un coche con sistema automático con cambio secuencial.

8. Transmisiones automáticas con opción manual

Aunque pueda parecer paradójico, se puede encontrar en el mercado de la automoción vehículos con cajas de cambios automáticas que, a su vez, ofrecen una opción manual. Lo más habitual es ver que dispongan de un botón acompañado bien de la letra M o S (secuencial).

Su funcionamiento puede consistir en que, al accionarlo, el conductor decida el momento en el que quiere imprimir una marcha más o menos mediante la palanca que tenga situada al lado. También es posible que haya unas levas tras el volante para poner en marcha este mecanismo.

8. Cajas semiautomáticas

Otra opción que se ubica a medio caballo entre las dos protagonistas de este texto está encarnada en las cajas semiautomáticas. En ellas, tanto el embrague como los cambios funcionan sin que el usuario intervenga para nada y se caracterizan por el gran protagonismo que tienen las señales del ordenador con diferentes programas. Y es que los avances tecnológicos también han hecho más similares en algunos aspectos a las cajas manuales y a las automáticas.

Caja semiautomática

9. Cajas de relaciones variables continuas

Otro tipo de transmisión que se puede ver en los vehículos son las llamadas cajas de relaciones variables continuas (CVT). Su modus operandi se basa en una correa que une dos poleas que, a su vez, van cambiando de diámetro como consecuencia de la acción centrífuga que tiene lugar. De esta forma, conforme van subiendo las revoluciones, las relaciones transitan de cortas a largas y regresan de manera inversa en el caso de que dichas revoluciones decaigan.

Hay que decir que este sistema no es nuevo, sino que data del año 2010, momento en el que el ingeniero alemán Hermann Föttinger experimentó con una caja que contenía tres marchas adelante y que funcionaba con correas.

¿Qué es mejor: una caja de transmisión manual o una automática?

Dado que ambas están implementadas en la práctica totalidad de tipos de coches, decantarse por una u otra opción es algo muy subjetivo. Las preferencias y los hábitos del conductor harán que una u otra opción le sea más conveniente. Además, como se ha dicho unos párrafos atrás, los numerosos avances tecnológicos en la automoción han emparejado a ambas notablemente, así que no hay una razón universal que decante la balanza a favor de ninguna con gran claridad, sino que todo depende de quién conduzca.

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