Los 10 puntos a tener en cuenta al comprar una Moto Eléctrica

Estos modelos son una excelente opción para moverse con total libertad por las ciudades, aunque no todas se ajustan por igual a lo que necesita el usuario. Aquí tenéis los criterios con los que adquirir una moto eléctrica.

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El contexto de urgencia climática en el que vive sumido el planeta ha puesto el foco en los automóviles de dos y cuatro ruedas, no en vano los coches por ejemplo son los responsables del 60.7 por ciento de lo que contaminan de dióxido de carbono los medios de transporte por carretera en Europa (Agencia Europea de Medio Ambiente, 2019).

Las motos ocupan un papel mucho menos notable con un 1.2 por ciento de esas emisiones de CO2, pero eso no quiere decir que no haya que hacer cosas para cambiar su realidad y convertirlas en un medio completamente sostenible. Las motos eléctricas que llegaron al mercado para ello y, en este nuevo post, hablaremos de los 10 puntos a tener en cuenta cuando nos disponemos a comprar uno de sus modelos.

¿Qué hay que tener en cuenta antes de comprar una moto eléctrica?

Tras haber acabado con la introducción de esta nueva entrada de TopDriverz, es el momento de ir al grano y desvelar las claves que hacen que una decisión de compra de una moto eléctrica sea acertada. El futuro es ahora y los apasionados de las dos ruedas han de mentalizarse que, seguramente, tendrán que disponer de una que funcione así o con otra energía sostenible.

1. El uso que se le va a dar

El propósito que se quiere que cumpla la moto es fundamental a la hora de decantarse por uno u otro modelo. Si por ejemplo se quiere emplear para ir al trabajo todos los días, con viajes de ida y vuelta durante cinco días, pues es recomendable que goce de una gran autonomía y prestaciones que contribuyan a ella, como la frenada regenerativa, que permite recuperar energía accionando el manillar del freno.

También es importante tener en cuenta el hecho de que va a hacer falta recargar muchas veces en ese escenario, con el coste que cada recarga supone. Si, por el contrario, se va a usar solamente de vez en cuando para algún que otro recado, pues un ciclomotor es buena idea.

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2. Cilindrada/tipo de moto eléctrica

A diferencia de las convencionales, las motos eléctricas no tienen cilindrada como tal puesto que carecen de cilindros en su estructura mecánica. De esta forma, se diferencian tres tipologías de monturas que se dotan de electricidad para funcionar:

  • Los ciclomotores: su velocidad máxima está limitada a 45 kilómetros por hora y no pueden circular de ninguna manera por las autopistas ni por las autovías.

  • Scooters: a diferencia de las anteriores, su velocidad más alta se sujeta a la marca que pertenezca y al modelo que se trate. Sin embargo, en la mayor parte de los casos oscila alrededor de los 60 y 70 kilómetros por hora.

  • Maxi Scooters o motos de carretera: se distinguen de las dos anteriores principalmente por una mayor velocidad punta, de forma que se mueven en una horquilla de entre 100 y 120 kilómetros por hora. Además, no tienen ninguna limitación en cuanto al tipo de vía en el que pueden circular.

3. La disponibilidad de puntos de carga

Saber si se puede enchufar la moto a cualquier punto convencional es una bendición, de lo contrario es probable que se tenga que instalar una toma de carga especializada como pasa en los vehículos de cuatro ruedas.

De no ser posible esto, tener cerca lugares en los que se pueda recargar la batería es importante para estar preparado ante la falta de energía que se pueda producir en un momento determinado, e incluso si la batería se rompe para solventar el problema lo más rápido posible y sin asumir los costes económicos que implica una que sea de combustión convencional.

De todas formas, hay que decir que la inmensa mayoría de baterías de iones de litio pueden ser conectadas a la corriente habitual de 220V que está presente en los hogares. En lo que se refiere a las baterías no extraíbles, se pueden colocar junto a un enchufe localizado en el garaje, que también es útil para las comunidades de vecinos poniendo un contador individual.

4. La autonomía que tiene

Echar un vistazo al tipo de batería que incorpora tu moto eléctrica marcará, en parte, el tiempo que puede permanecer funcionando. Las más habituales son las de iones de litio, que también se emplean en los coches y que dan la posibilidad de llevar a cabo múltiples recargas, además de carecer del llamado efecto memoria.

Sin embargo, no son infinitas ni mucho menos, y es que hay fabricantes que aseguran que tienen una duración de 20.000, otros de 50.000 y algunos se van hasta los 100.000 kilómetros. Eso sí, esto también depende de cómo sea el terreno que se recorre, el peso que se transporta y la manera de conducir. A nivel general, las de iones de litio pueden durar entre 70 y 120 kilómetros, mientras que las de plomo se sitúan entre 45 y 70 kilómetros.

Hay que tener en cuenta que, de media, una persona puede recorrer con su moto entre 15 y 20 kilómetros cada día. Así que, para dar con una cifra exacta, es suficiente con echar mano de Google Maps y meter el itinerario que habitualmente hace el conductor y sumar la distancia. De esta forma, es más fácil saber si el modelo que se tiene entre ceja y ceja se adapta al ritmo de vida y la frecuencia con la que debe ser cargada.

El tiempo de recarga también entra en juego, y es que de media las baterías suelen requerir de entre cuatro y ocho horas para verse cargadas completamente, e incluso las hay capaces de llegar a la mitad en cuestión de una hora. No obstante, la espera se puede acortar con cargadores más potentes.

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5. El permiso de circulación que se tenga

Con los distintos tipos de motos eléctricas que se pueden encontrar en el mercado, no vale el mismo carnet de conducir para todas. Si se tiene solamente el permiso A1 o la licencia de ciclomotor, se puede adquirir por ejemplo un modelo de 45 ó 125 centímetros cúbicos que puede cargar hasta 150 kilos y que contiene una potencia máxima de 11 kW (traducido a CV casi 15).

Otro supuesto es que el conductor tenga el permiso B desde hace tres años como mínimo, y entonces puede conducir un modelo de moto que esté incluido dentro de las posibilidades, que en este caso son todas las que tengan hasta 125 centímetros cúbicos inclusive y las propiedades ya citadas.

6. Potencia y velocidad máxima

Hay a quienes les gustan las emociones fuertes cuando se suben a una moto, y los hay que prefieren contemplar la ciudad o el paisaje que tienen a su alrededor con una marcha calmada. Al margen de eso, es esencial pensar en las vías por las que se va a discurrir puesto que dependiendo si es una u otra las limitaciones en cuanto a velocidad máxima cambian. Es conveniente apuntar que, una vez superados los 4 kW de potencia en el motor eléctrico ya se considera motocicleta a un vehículo de dos ruedas.

7. La disponibilidad de ayudas

Con el desafío de la sostenibilidad, hay países en los que las instituciones lanzan iniciativas que incentivan la compra de motos y vehículos eléctricos en general. En el caso de España, para poner un ejemplo, existe lo que se conoce como el Plan Move, un programa que aporta ayuda económica a los consumidores de cara a una futura compra que puede ahorrarle hasta 750 euros.

Eso sí, presenta una serie de requisitos para acceder a esa beneficiosa ayuda, que principalmente se basan en que el precio no se vaya a una cifra superior a los 10.000 euros y que la autonomía que ofrece supere la barrera de los 70 kilómetros.

También es importante saber que tener una moto eléctrica supone pagar una menor cuantía de impuestos en el territorio español que otros vehículos, incluso en algunas partes están exentos los pagos de los tributos referentes a la matriculación. También supone un ahorro en concepto de carburante, ya que se ahorra el pago de las tasas especiales que conllevan por lo general.

8. Presencia cercana de talleres especializados

El hecho de necesitar profesionales especializados en electricidad a la hora de arreglar un desperfecto es, seguramente, uno de los inconvenientes más reseñables de las motos eléctricas en comparación con los modelos más convencionales.

Por tanto, saber dónde se encuentra un centro que cuente con este perfil es fundamental para salir a flote de un contratiempo como puede ser un accidente que haya provocado daños en su estructura.

9. La experiencia de conducción deseada

Habitualmente, estas motos prescinden de la caja de cambios, así que básicamente el conductor debe centrarse única y exclusivamente en acelerar y frenar. Por tanto, son ideales para quienes se quieran introducir en el mundo de las dos ruedas y que busquen tranquilidad mientras están conduciendo. Por el contrario, los moteros y moteras que busquen emociones y adrenalina no van a confiar en ellas, al menos hasta que en cilindradas mayores los fabricantes se enfoquen en sacar modelos eléctricos.

10. Relación entre precio y autonomía

Para acabar, citamos este dato que es el equivalente al típico calidad-precio que se aplica a los vehículos convencionales. Cuanto más bajo sea, mejor para el usuario ya que se traduce en comprar más kilómetros de autonomía a cambio de menos dinero. Para obtenerlo hay que llevar a cabo la siguiente fórmula matemática: dividir el precio de la compra entre los kilómetros de autonomía que homologa.

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