¿Qué pasa si se rompe la correa de distribución? Consecuencias y soluciones

Como muchos otros componentes del sistema mecánico de un coche, la correa de distribución cumple con un papel esencial en su buen funcionamiento, por ello conviene saber cómo actuar ante una posible rotura.

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No hay una parte que integre la estructura mecánica de un coche que no sea importante. Por ello, la correa de distribución no es una excepción en absoluto. Y es que esta se encarga de la sincronización entre los pistones y las válvulas para que, finalmente, haya una armonía durante el tiempo que el motor se encuentre funcionando.

Sin embargo, no es ajena a una posible rotura, ya sea por un problema que ha aparecido en el sistema, por un mal mantenimiento o por una causa desconocida que ha tenido lugar repentinamente. Por ello, en TopDriverz se va a dedicar esta entrada a hablar de qué pasa si se rompe la correa de distribución de un vehículo. El propósito no es otro que ayudaros a los lectores a salir de ese problema si algún día tenéis que enfrentaros a él.

Consecuencias de una rotura de la correa de distribución

Dicho todo esto, es el momento de ir al grano e ir citando lo que puede ocurrir si la correa de distribución se rompe así como los consejos o tips necesarios para solventar este contratiempo de gran calado como buenamente se puede, así como una explicación de lo que ocurre realmente a consecuencia de él..

1. Hay que pagar una factura y cambiar la bomba de agua

Por lo general, una correa de distribución es un elemento muy resistente, prueba de ello es que está hecha de caucho, contiene refuerzos en forma de polímeros y otros metálicos en su estructura y gira millones de veces a unas velocidades de escándalo gracias a una serie de poleas y engranajes. Por lo tanto, es indispensable que aguanten no solamente alta tensión sino también elevadas temperaturas, que son producto de la forma en la que funciona el motor y la fricción a la que se somete.

Como consecuencia, sufre un gran desgaste y necesita ser reemplazada cada cierta distancia recorrida, una distancia que varía en base a cada coche y la tipología a la que pertenezca. En los antiguos se sitúa en torno a los 40.000 kilómetros, en otros más modernos asciende a una horquilla entre los 100.000 y los 120.000 y en los modelos más modernos, al estar bañadas en aceite, superan los 200.000 kilómetros de tope en este sentido.

Tras todo ello, llega un momento que hay que cambiarla y eso puede implicar una factura que puede superar con facilidad los 500 € entre la mano de obra y un cambio de la bomba de agua: el kit de distribución se encuentra por lo general entre los 100 y 200 €, lo mismo pasa con la bomba de agua y los trabajos pueden implicar varias horas y se sitúan entre los 400 y 800 € de media.

Sin embargo, puede crecer en el caso de que haya que desmontar muchos elementos de la estructura mecánica para poder quitarla. Por tanto, lo mejor es anticiparse al fin de su ciclo de vida cambiándola antes de que en el momento más inesperado falle y despierte una mayor cantidad de problemas.

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2. El motor se desincroniza haciendo que el motor golpee las válvulas

Técnicamente hablando, lo que sucede nada más romperse la correa de distribución es que el motor empieza a golpear, de manera reiterada, las válvulas, hasta que consigue doblarlas e incluso romperlas por completo. Sin embargo, no son los únicos que pueden ser dañados ya que los pistones también pueden acabar muy mal.

3. Aparecen algunas señales que avisan de ello

Cuando la correa de distribución ya se ha roto, esto da lugar a la irrupción de señales sonoras que así lo indican al conductor mientras está al volante, como puede ser una especie de tic tac o un ruido inquietante emitido por el motor. Sin embargo, no son las únicas, ya que directamente el coche puede no arrancar o las luces del testigo del vehículo avisen del fallo. Vamos por partes.

El ruido de tic tac obliga a detener la marcha, y si se está en la carretera entonces habría que buscar un lugar en el que echarse a un lado y abrir cómodamente el capó para hacer una inspección lo más rápida posible. Ahí entonces se debe de localizar un estado de deterioro en la correa, ya sea porque está deshilachada o rota directamente. Si se cumple cualquiera de esas opciones, entonces lo mejor es llamar a la grúa previa parada de la marcha inmediata y, de esta forma, evitar que el motor resulte dañado también.

Por el contrario, si se continúa la marcha rápidamente se estropearán partes esenciales de este y arreglarlas supondrá un mayor gasto, hasta el punto de superar con creces al del remolque de la dicha grúa. Si se palpa que la unidad de motor emite sonidos o ruidos extraños hay que actuar de la manera más rápida posible, aunque con precaución y rehuyendo de las maniobras bruscas.

En caso de estar circulando lo mejor es parar el coche y apagar el motor. Los cilindros entonces ya no se sincronizan con sus respectivas válvulas y los engranajes, como resultado, se mueven de manera desincronizada, lo que a su vez se traduce en graves daños. Si lo que ocurre es que el vehículo no arranca a pesar de que la ignición sí responde, entonces hay que echarle un vistazo. En este escenario, lo que ocurre más frecuentemente es que el paso de la electricidad ignora la batería, el alternador y el motor de arranque.

Ante esta tesitura otra vez hay que poner el foco en la correa de distribución para comprobar si tiene algún desgarro o una rotura. Si fuera así, entonces el motor no responde porque no recibe de ella la energía del motor de arranque. Dicho esto, hay que evitar mover el coche y aprovechar su estacionamiento para llamar a un especialista que dé con la tecla al identificar el origen del problema, o a una grúa.

Si el conductor se encuentra con un aviso de las luces de testigo, es porque en el seno del motor se ha producido un fallo. Si esto tiene lugar, lo aconsejable es detenerse y posteriormente comprobar que todo está en orden haciendo caso a la presencia de la luz amarilla. Para notificar un problema de la correa se activan uno o varios códigos, y eso ocurre porque el cigüeñal y el árbol de levas están afectados por el deterioro de la correa. Si este es el caso, la mejor solución pasa por anticiparse ante el fallo de uno de ellos.

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¿Qué puede hacer que se rompa la correa de distribución?

Para ahorrarse un disgusto de estas proporciones, conviene esquivar ciertas situaciones que son propensas a causarlo. Entre ellas está una reiterada conducción por los núcleos urbanos sin que se salga de la ciudad apenas, circular únicamente a velocidades demasiado elevadas y llevar a cabo acelerones e ir por caminos muy sucios o repletos de polvo que den lugar a una incrustación de las partículas en el motor que, a su vez, supongan un obstáculo a su buen hacer.

Por lo tanto, lo mejor es intercalar los lugares por los que se circula con el coche (aunque evitando las zonas rurales por lo dicho recientemente) así como las velocidades a las que se lleva el vehículo para que la correa de distribución no vea su final demasiado pronto.

Entonces, ¿cuándo hay que cambiar la correa de distribución?

Para hallar la respuesta correcta a esta pregunta hay que echar un vistazo a lo que pone en el manual del coche. Como se ha dicho al principio de estas líneas, la cantidad de kilómetros recorridos varían, y ello depende no solo del tipo de coche sino también del fabricante al que pertenezca, el motor que contenga y la edad. Aunque hay coches que son capaces de seguir andando con la correa de distribución rota por la forma en la que están hechos, lo mejor es anticiparse para que el problema no vaya a más.

Con todo ello, se concluye que si se ha fabricado y lanzado al mercado en los últimos 15 años el tope de su correa se sitúa en los 100.000 kilómetros aproximadamente, aunque si están bañadas en el aceite que dota al motor entonces puede alcanzar más del doble, aunque ello implica abrirlo para poder cambiarla finalmente y tener que rascarse un poco más el bolsillo. Esas cifras equivalen a una horquilla que puede ir desde los cinco hasta los siete años, así que a partir del lustro conviene someter el coche a revisiones estrictas y profundas para evitar desagradables sorpresas.

¿Dónde cambiar la correa de distribución?

A pesar de la gravedad y las nefastas consecuencias que implica su rotura, cambiar la correa de distribución es una tarea que puede hacer cualquier mecánico prácticamente, de manera que el automóvil lo puedes llevar a cualquier taller de confianza, a uno de la red oficial de la marca o a la casa matriz.

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