Großer Mercedes (Mercedes-Benz 770): así era el coche de Adolf Hitler

En 2018 salió a subasta un Mercedes espléndido por un precio de salida de 10 millones de dólares. Increíblemente, nadie quiso adquirir aquella joya. ¿Por qué? Porque aquel coche había pertenecido a Adolf Hitler.

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Adolf Hitler cometió las que seguramente son las mayores atrocidades de la historia. Una persona así habría quedado desterrada de la memoria colectiva ya hace tiempo, y simplemente recordado por sus seguidores más fanáticos, pero, lejos de ser así, hoy en día se le tiene más presente que nunca: sale en los debates políticos, en los documentales históricos, en las películas, en los videojuegos… Hitler no deja de ser un personaje único. Y con él, todo lo que le rodeó ha adquirido, un aura de misticismo.

Esta es la razón por la que, en 2018, los miembros de la Worldwide Auctioneers se quedarán sin poder vender el Großer Mercedes de Hitler. Salía por un precio mínimo de 10 millones de dólares y un 10% del dinero total iba destinado a promover el antisemitismo y el antiracismo. Nadie pujó por encima del precio de salida, (la oferta máxima fue de 7 millones) pero ¿realmente nadie lo quería tanto como para no pagar los 10 millones? El morbo para adquirir un carro así es mayúsculo y, seguramente, muchos habrían peleado por tenerlo. Por vergüenza o pudor, pero, se quedó allí donde estaba.

Hoy vamos a recordar uno de los mejores vehículos jamás construidos. El Großer Mercedes era impresionante en todos los sentidos y no por una cuestión de azar, sino porque fue concebido como un arma propagandística más. Recordemos que su puesta de largo, en 1939, coincide con el punto álgido del III Reich alemán. No hablamos de una cuestión territorial (fue en 1942), sino del ánimo y las esperanzas que tenía el pueblo de Alemania en aquel líder que les ofrecía paz y prosperidad. De Hitler lo sabemos prácticamente todo (hasta las teorías más alocadas), así que le toca el turno a su coche.

El nacimiento del coche de Hitler: el Großer Mercedes

En 1930, Alemania vivía un pequeño respiro en su ahogada economía. La firma Mercedes-Benz se podía permitir sustituir su 630 por el 770, una limusina del segmento F auténticamente elegante y bonita. Rápidamente, el nuevo modelo cautivó a mandatarios de todo el mundo, entre los cuales se encontraban el presidente de Alemania, Paul von Hindenburg, el emperador del Japón, Hirohito, y el Papa Pío XI. Era el emblema de un país que intentaba levantar la cabeza.

No es extraño, pues, que el joven dirigente Adolf Hitler se fijara en él y, a partir de 1931, no abandonó su Mercedes-Benz 770. Cuando subió el poder, se planteó convertir su nación en un auténtico imperio y, en 1938, el año en que añadiría Austria y los Sudetes al Reich, también planteó la posibilidad de renovar su coche para ponerlo a la altura de las circunstancias. El nuevo proyecto estuvo impulsado por el propio Hitler quien hizo unos bocetos sobre la idea que tenía en mente. El agente de las SS y chófer personal del führer, Erich Kempka, lo dirigió hasta que el coche estuvo finalizado. El día de su 50 aniversario, el 20 de abril de 1938, recibió el coche como regalo.

El 6 de octubre de 1938 año hizo su primera aparición pública delante de una multitud expectante. El Reich ya era una realidad y estaba en disposición de mostrar al mundo el poderío alemán. La seguridad era máxima, pero Hitler se podía permitir ir en su 770 W150 descapotable (curioso, porque el coche en sí era blindado para evitar atentados). Como él no tenía carné, era Kempka quien siempre condujo el coche. El 18 de junio de 1940, para recibir al líder italiano Benito Mussolini en Múnich, lo volvió a utilizar. Y el 6 de julio de 1940, con la caída de Francia, creyó conveniente celebrar la victoria con su gente y su Mercedes.

El 15 de julio de 1943 fue devuelto a la fábrica de Sindelfingen para su reparación y mantenimiento. Hitler sufrió muchos intentos de asesinato durante la Segunda Guerra Mundial y era evidente que se volvió más precavido en sus apariciones públicas. El coche solo volvería a salir cuando ganasen la guerra.

Großer Mercedes nacimiento

Características del Mercedes-Benz 770

El Mercedes-Benz 770 era una maravilla de vehículo. La primera versión del 31 (W 07) podía llegar ¡hasta los 160km/h! Lo conseguía gracias a un potente motor de ocho cilindros en línea con unos pistones de aluminio y transmisión de cuatro relaciones, de las cuales la tercera era directa y la cuarta, un multiplicador overdrive. En total, 150CV o 200CV con una sobrealimentación de tipo root. Sus medidas eran de 5,6m de longitud y 1,84 de anchura. De esta primera serie se fabricaron 117 unidades.

Llegamos ahora a la versión del 38 (W 150). Supuso una reestructuración de la versión anterior. El motor era nuevo con 155 CV y 230 CV con sobrealimentación. La transmisión era de cinco relaciones, de las cuales la cuarta era directa y la quinta un overdrive. Sus dimensiones eran de 6m de longitud y 2,07 de anchura. Y, para las personalidades importantes, estaba totalmente blindado.

En total, se fabricaron 88 unidades de esta versión y se convirtió en el coche más caro del mercado alemán, aunque el precio solo se concretaba bajo petición. De estos 88, había 47 Tourenwagen de 7 plazas (algunos blindados), 18 limusinas Pullman (unas 8 blindadas), 10 limusinas de 4 puertas todas blindadas, 5 Cabriolet D de 4 puertas (algunos blindados), 7 Cabriolet Pullman F-Cabriolet, de 4 puertas (algunos blindados) y 1 Cabriolet B de 2 puertas no blindado. A parte de algunos privilegiados, la mayoría de los coches fueron utilizados por el jefe de Estado, ministros y otras autoridades.

El principal problema del propio coche de Hitler era que necesitaba demasiado combustible. Su consumo era de 60 l por cada 100km, con lo que llenaban el coche con 300l. Con un peso adicional de 4 toneladas, el coche no podía pasar de los 80 km/h. Además, con tanto combustible una explosión causada por un atentado habría hecho saltar por el aire el vehículo. Para evitarlo se tuvo que poner un blindaje especial que protegiera el coche de disparos, minas u otros proyectiles.

Una vez el coche fue totalmente seguro, se le puso una plataforma de 13 centímetros para que el führer pudiera saludar a las masas desde la altura. En el parabrisas, había un asidero para evitar que cayera en algún bache. En definitiva, era un coche que reunía las dos características que querían potenciar los nazis: seguridad y grandeza, mezcladas con una fuerte publicidad. Así pues, los diferentes Großer Mercedes estaban pensados para impresionar y, a la vez, generar una vinculación entre el coche, el pueblo y los dirigentes. Todo era uno y, gracias a ello, podrían volver a ser una gran potencia.

Características Mercedes

Su periplo después de la muerte de Hitler

Pero la guerra terminó con resultados funestos para Alemania. Hitler se suicidó y su Mercedes preferido fue requisado por el ejército de los Estados Unidos para uso de la policía militar en Francia. Duró poco en su trabajo, ya que en 1946 un vendedor de tabaco belga lo compró. Este lo vendió por 1.800 dólares en tabaco a Tom N. Austin, un empresario del ramo, quien lo donó a la Asociación local de Veteranos de Guerra de su ciudad en Carolina del Norte. Se utilizó durante unos años, pero parecía que su destino estaba en un garaje lleno de polvo.

Pero, en agosto de 1976, un coleccionista (quién si no) lo redescubrió y lo restauró con su tapicería original para exponerlo en el Chicago Historical Antique Automobile Museum. Su precio por aquel entonces rondaba el millón de dólares. En 2009, un multimillonario ruso se lo quedó y, a partir de aquí, ha tenido hasta 8 propietarios diferentes. El último no ha querido revelar su identidad, pero estaba claro que quería sacar una buena tajada de la subasta. Por desgracia, no pudo venderlo.

Apariciones Hitler

La controversia: ¿qué hacemos con él?

Hitler no solo utilizó este coche, aunque este era el coche oficial y más emblemático. Y tenemos que pensar también en los vehículos utilizados por otros jerarcas nazis. La cuestión que se plantea es: ¿qué hacemos con este tipo de coches? Es evidente que la historia nos exige que guardemos recuerdo del máximo número de objetos aunque estén vinculados a auténticas maldades. Pero, ¿hasta qué punto es ético que se aproveche el tirón del nombre de Hitler para sacar millones? ¿No debería ser el Großer Mercedes expropiado y llevado a un museo, para que los visitantes puedan imaginar y reflexionar sobre la atmósfera que llevó Alemania y el mundo al colapso?

Mercadear con cosas bonitas y espectaculares está bien, mercadear con el dolor es obsceno. Así que ojalá el coche de Hitler termine en un museo y no en un garaje particular. Ganaremos los amantes de los coches, los amantes de la historia y los amantes de la belleza.

Hitler Mercedes
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