¿Podremos tener coches voladores algún día?

Aunque suena a ciencia-ficción, distintas compañías están promoviendo proyectos que tienen este fin: crear automóviles que puedan pasar del asfalto al cielo.

Coches voladores

Hace veinte años, Stefan Klein tuvo un sueño. Soñó con diseñar y fabricar el primer coche volador funcional del mundo. Y ya hemos despertado del sueño: hemos visto volar el primer coche de KleinVision. ¿Será el principio de una nueva época?

El 27 de octubre de 2020 parecía un día totalmente normal. La gente se levantó mirando a la tierra, preocupada por la situación de la pandemia de la Covid-19. Pero aquel día no fue un día normal: la red Youtube nos obligó a mirar al cielo. La compañía KleinVision publicaba el vídeo oficial de su prototipo de coche volador. Se trataba, en palabras del fabricante, de la última generación de coche volador desarrollado por la compañía KleinVision que se transforma de vehículo de carretera a vehículo aéreo en menos de tres minutos. Útil para viajes de ocio y autoconducción, y también como taxi comercial. No dábamos crédito a lo que veíamos y, en los comentarios del vídeo, la gente alucinaba.

Hacía décadas que soñábamos con un hito así, pero la verdad es que ya empezábamos a darnos por vencidos. Tener un coche volador en el 2020 se había convertido en un meme de internet. La gente se reía incrédula y parecía que habíamos fallado a las generaciones anteriores que creyeron que seríamos capaces de conseguirlo. ¿Cómo era posible que con unos avances tecnológicos exponenciales no hubiéramos conquistado el aire para los coches?

Los sueños del pasado

El famoso escritor francés plasmó sobre el papel, en su obra Dueño del Mundo, un coche-avión-barco al que llamó Terror. A principios del siglo XX, el optimismo hizo creer que ya nada era imposible. Solo era cuestión de unos pocos años y las mentes más emprendedoras soñaron con poder tenerlo todo en un mismo vehículo. En 1917 se presentó en la Exposición Panamericana de Aeronáutica el Autoplane Modelo 11, que no consta que volase. En 1921, el biplano Tampier Roadable recorrió 2 kilómetros por la ciudad de París.

Los inicios parecían prometedores, la gente soñaba en novelas y cómics un mundo de coches volantes, pero, a continuación, empezó el festival de fracasos, decepciones y accidentes. El proyecto de la compañía Ford fue suspendido por los accidentes, el ConvAirCar no pasó del vuelo de prueba en 1947, Henry Smolinski tuvo un estreno mortal de su vehículo en 1973; un año después, Leland Bryan murió probando un prototipo…

Fabricar coches voladores se convirtió en una quimera. ¿Quién querría invertir en una cosa así? Además, ya no solo era la posibilidad de perder una inversión, sino que se ponían en juego vidas humanas. Se aceptó que, para ir por carretera, mejor el coche, y, para ir por el aire, mejor un avión o un helicóptero.

El presente

Steve Saint estaba desesperado por las dificultades del terreno en la zona de la tribu Waodani, en Ecuador. Necesitaba sortear bosques y pantanos a pie y, ya cansado, puso todo su ingenio para idear el Maverick en 2009: un buggy ultraligero de cuatro ruedas, propulsado por un motor Subaru de 250 caballos, con la capacidad de acelerar de 0 a 100 km/h en 4 segundos.

Para volar, el Maverick levanta un mástil de más de siete metros que prolonga un parapente, que se activa con un interruptor. Al instante, una hélice de gran tamaño en la parte posterior del vehículo es la encargada de mantener el vuelo. Y funcionó. Y sigue activo hoy en día. Había vuelto la esperanza. Entonces, salieron a la luz multitud de proyectos interesantes que se habían mantenido en secreto para no ser tachados de ilusorios.

Entre los proyectos más importantes tenemos el modelo Pegaso, de Jerome Dauffy, una especie de buggy con parapente que en 2017 cruzó el canal de la Mancha en menos de una hora. A nivel de grandes corporaciones, Uber ha invertido 20 millones de euros para desarrollar el programa de vuelos urbanos Elevate en París, para transporte bajo demanda. Uber lanzó su programa Elevate en octubre de 2016 con la primera publicación de su estudio sobre Movilidad Urbana Aérea. Desde entonces, ha establecido alianzas con fabricantes expertos en aeronaves que están desarrollando vehículos eléctricos.

Por otro lado, el gobierno de Japón y varias empresas tecnológicas y automovilísticas han acordado una hoja de ruta que sitúa 2023 como el punto de partida para la comercialización de coches voladores y su uso extendido en el ámbito urbano. En España, la entidad pública Enaire ha anunciado que está participando en dos proyectos europeos para llevar demostraciones de aerotaxis a Barcelona y Santiago de Compostela en 2022.

¿KleinVision marca el camino?

Hay dos opciones para hacer un coche volador: plantearlo como un helicóptero con la tecnología VTOL, que sirve para hacer un despegue y un aterrizaje vertical, o plantearlo como un avión, que es lo que nos ofrece KleinVision. La primera opción es la favorita actualmente, porque es más funcional para una movilidad urbana. El problema es que, hasta ahora, los prototipos, o no los hemos visto volar, o tienen una autonomía muy limitada. Además, que estéticamente son extraños y cuesta mucho producirlos.

Las sensaciones que nos da el AirCar de KleinVision son esperanzadoras para viajes largos, además que tiene un muy buen diseño. Puede que en un futuro nos tengamos que acostumbrar a tener dos vehículos, uno para viajes cortos y otro para viajes largos.

¿Un coche volador para todos?

El ingenio humano no tiene límites. Hemos conseguido en pocos años cosas increíbles en el mundo de la tecnología y el fenómeno no parece tener aturador. Ahora que la puerta se ha abierto un poco más, la apuesta por los coches voladores es una tentación para los inversores. I si fluye el dinero, las ideas se desarrollan mejor. Por eso, a todos nos viene a la cabeza si podremos disponer de nuestro propio coche aéreo y si esto ocurrirá antes que seamos demasiado viejos.

Antes de responder a esta cuestión, pensemos un momento en los factores que determinarán el resultado. La tecnología avanza, es cierto, pero no deja de ser un instrumento en manos del hombre, el cual no ha cambiado demasiado su manera de ser ni de pensar en muchos milenios. A los problemas logísticos que puedan surgir, debemos añadir los problemas de conducta humanos. Y esto es importante porque los científicos y los tecnólogos suelen pensar en mundos inocuos donde sus aportaciones no tienen consecuencias negativas.

Puntos a favor

Un vehículo capaz de aportar la posibilidad de volar es una fantasía se mire de donde se mire. Poder llegar antes a tu destino evitando un atasco, evadir las carreteras de curvas y el asfalto en mal estado es siempre un deseo latente por parte de los conductores. A continuación, vamos a ver los puntos fuertes (reales) de estos coches tan particulares que son protagonistas de muchas películas futuristas.

+1 en ingenio

Como ya hemos dicho, el ingenio humano no tiene límites. No se trata de una inteligencia individual, sino colectiva, con multitud de especialistas que se encargan de pulir cada detalle por insignificante que parezca, estos coches conllevan la tecnología más puntera que se puede encontrar actualmente en el mercado.

+1 Desafío

Cuántos coches voladores se han estrellado y cuantas veces lo hemos vuelto a intentar. La testarudez nos da siempre un impulso muy grande y, en todas las veces que alguien dijo no se puede, otro ha luchado por conseguirlo. Si hemos enviado cohetes a la Luna, nada nos impide montar carreteras volantes.

+1 en inversión

Conseguir poner en circulación millones de coches voladores y renovar todo el parque automovilístico supone mucho y mucho dinero para aquellas empresas pioneras. Y el buen inversor lo sabe. Los billetes siempre son un incentivo añadido para los emprendedores.

+1 en salud y medio ambiente

La liberación del espacio urbano e interurbano ha empezado a ser una reivindicación de los gobiernos que han hecho suya la causa ecologista. Estamos seguros de que apoyarán la circulación de estos vehículos para dejar espacio en la superficie para el transporte público convencional y para los viandantes a pie.

+1 en conducción automática

Si se consiguiera la conducción automática segura mediante las IA, muchos de los puntos en contra podrían desaparecer. Esta debe ser la siguiente batalla para librar dado que no somos pilotos de aviones experimentados.

Puntos en contra

No hace mucho los vehículos voladores eran ciencia ficción, y ahora, esa visión idealizada es una realidad. Sabemos que existen vehículos aptos para circular en carretera y poder realizar vuelos de corta-media distancia. Pero... ¿sabemos sus puntos negativos para su implementación? Vamos a verlos.

-1 en circulación y carné de conducir

Conducir en el aire es mucho más difícil que conducir por tierra. Los interrogantes que se abren son demasiados. Parece claro que se requerirá un carné de conducir especial, algo parecido al carné de piloto aéreo. Gestionar por dónde se debe circular, a qué velocidad y cómo se respetan a los otros conductores, tampoco parece fácil. Ya hay demasiados accidentes por tierra como para pensar en el aire.

-1 en control de fronteras

Es imposible poner ningún tipo de control fronterizo en el aire con millones de coches circulando. Tendríamos que pensar en un mundo con las fronteras tenues y eso, actualmente, parece difícil.

-1 en asistencia en el aire

Cualquier problema por tierra, se puede solucionar llamando a la grúa, pero en el aire cualquier avería o accidente nos lleva a la tragedia. Si las probabilidades de sobrevivir en un accidente de avión son muy bajas, antes de implantar los coches voladores, tendrán que estudiar meticulosamente como asistir en caso de necesidad una urgencia aérea.

-1 en controles policiales

Muchos de los accidentes se producen por exceso de alcoholemia o distracciones al volante. ¿Qué papel tendrá la policía en la gestión del aire y cómo la hará? Sin duda, tener que adaptar todas las flotas de vehículos de servicios públicos, es una operación compleja a la vez que costosa.

-1 en pista de despegue y aterrizaje

Se tendrían que construir pistas de aterrizaje y de despegue en todo el territorio, quizá aprovechando las carreteras. Aun así, se prevé un poco de caos ya que aún no se ha planteado seriamente la implantación de estos vehículos por parte de los gobiernos, si ya hay líos con el carril bici, imaginémonos qué ocurriría si tratáramos de implantar pistas de aterrizaje.

-1 en coste de producción y el peso de sus baterías

Al inicio, los coches voladores solo estarían disponibles para organismos estatales y gente con recursos. Así que será difícil hacerse con uno por un precio razonable. Además, el peso de sus baterías y alas, limitan la autonomía de vuelo, así que el diseño aerodinámico de este tipo de vehículos se prevé vital para desplazamientos más largos y la optimización del consumo, ya que un estudio asegura en un trayecto de 5 km, el coche volador emite seis veces más de CO2 que un eléctrico.

¿Y qué balance sacamos del coche volador?

De momento, tenemos demasiados puntos en contra. En las próximas décadas veremos una mejora sustancial de los modelos voladores, pero falta todavía para que la gente corriente se haga con uno de ellos.

La clave de todo es dejar de concebir este vehículo como un coche, por un lado, y un avión, por otro. Tenemos que pensar en una combinación completa que nos permita incorporar lo bueno y mejor de las tecnologías tradicionales con las mejores innovaciones en inteligencia artificial. Cada vez queremos llegar más lejos, pero cada vez necesitamos más ayuda de las IA. Por suerte, las posibilidades que nos dan están a la altura.

La inclusión de estos vehículos empezará por las autoridades (policía, médicos, etc.) y taxis. Hasta entonces, a nosotros nos toca soñar. No tengamos miedo porque, a veces, los sueños se cumplen (si nos esforzamos a que se cumplan).

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