Taxi, Uber y Cabify: ¿en qué se diferencian y cuál es mejor?

Todos ellos tienen en común el objetivo de ofrecer la mejor movilidad posible dentro de la ciudad, pero la manera de hacerlo es distinta en cada uno de ellos. Veamos qué ofrecen el taxi, Uber y Cabify.

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Con especial foco en las grandes urbes, la movilidad es un asunto que ha ido ganando trascendencia y demanda en los últimos tiempos. A raíz de la irrupción de diferentes plataformas como las que van a protagonizar las próximas líneas, se ha puesto el foco en la competencia que hay entre lo público, representado por el taxi, y lo privado, con Uber y Cabify entre las empresas digitales que han nacido recientemente.

Por ello, en TopDriverz vamos a dedicar esta nueva entrada a hablar en qué se diferencian el taxi, Uber y Cabify y cuál es mejor según para qué cosa. Si vivís en alguna ciudad en la que operen estas dos compañías, os animamos a que sigáis leyendo para obtener toda la información necesaria y, de esta forma, poder elegir correctamente.

Las diferencias entre el taxi, Uber y Cabify

Tras la habitual introducción, es el momento de ir al grano y analizar lo que ofrece cada uno de los servicios que protagonizan este artículo. Para ello, primero vamos a ver qué características reúnen sus servicios de manera individualizada y, posteriormente, señalaremos las ventajas que presenta uno sobre los otros.

1. El taxi: del monopolio a la competencia

Hasta hace relativamente poco tiempo, en España solamente había una manera de desplazarse en coche de un rincón a otro de una ciudad: el taxi. En base al trayecto, así como a la distancia y la duración del mismo, el pasajero o el grupo de pasajeros que se subían al coche en cuestión tenían que abonar un determinado importe que, además, se sumaba al que ya venía de inicio en el contador: bien por el horario en el que discurre, por la tasa de entrada que regula la administración o bien por el hecho de llevar equipaje en el maletero. Con ello, el precio no se conoce con certeza hasta que acaba el servicio.

Como peculiaridad, puede (y tiene permiso legal para ello) captar clientela tanto en las paradas que tiene habilitadas en las ciudades como a pie de calle porque un usuario lo necesite de forma repentina. Son dos hábitos que puede realizar cualquiera de las horas que ese vehículo ha de trabajar durante una jornada laboral.

Sin embargo, las licencias que los taxistas necesitan obtener para poder trabajar se pueden ir hasta los 150.000 euros en los casos más extremos (especialmente Madrid y Barcelona), por lo que es una inversión muy costosa, y esto se complica aún más dado que muchos ayuntamientos pueden llevar años sin conceder nuevos permisos y las que se dan a veces sufren un mercadeo que pone en duda el sistema que vertebra su funcionamiento.

Tras todo lo comentado hasta el momento, se pueden señalar algunas ventajas que le seguir siendo una gran alternativa para quienes se quieran ir moviendo de un lado a otro por la ciudad:

  • Está presente en todo el país, incluido los municipios más pequeños, por lo que su cobertura es máxima y su disponibilidad también, ya que se puede pedir también por teléfono durante las 24 horas del día.
  • Su disponibilidad está al margen de la demanda que haya, ya que por normativa los taxistas han de prestar un servicio mínimo al margen de las circunstancias.
  • El hecho de que está regulado por la Administración Pública da una cierta confianza al consumidor, ya que en el caso de España por ejemplo, cada comunidad autónoma fija unos precios máximos por cada servicio, por lo que la especulación está fuera de lugar de cara al usuario.
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2. Uber: al calor de la revolución digital

Uber llegó a nuestras vidas allá por el año 2009 de la mano del desarrollador de su versión prototipo o beta, Garrett Camp, así como de Oscar Salazar y Conrad Whelan. Esta empresa californiana llegó a España en 2016, haciendo sus primeros pinitos en Madrid para, posteriormente, extenderse a Barcelona, a varias ciudades de Andalucía como Málaga, Sevilla, Granada y Córdoba; y a Valencia. Sin embargo, durante la pandemia abandonó algunas de ellas.

Cuenta con casi un centenar de millones de usuarios repartidos por el planeta, desempeña su actividad en 71 países y en su plantilla figuran varios millones de conductores. A causa de este último detalle, registra miles de millones de viajes cada mes. Sus conductores trabajan bajo una licencia VTC (Vehículo de Turismo con Conductor) que es mucho más barata que la que han de asumir los taxistas y su regulación también difiere.

Es importante señalar que esos coches VTC no pueden captar clientes a pie de calle ni tampoco gozan de paradas autorizadas por ley y tampoco tienen permitido empalmar varios servicios seguidos ya que el conductor debe de regresar a la base tras cada viaje.

Para utilizar sus servicios, hay que registrarse en su aplicación aportando el correo electrónico y una información de pago, ya sea mediante paypal o tarjeta bancaria. Una vez creada la cuenta, el usuario tiene acceso al servicio de movilidad para pedir el coche y el conductor que más le convengan para llegar a su destino. Para ello, la APP permite la localización exacta del usuario, de forma que se le facilita un listado de conductores cercanos a él.

En ese listado viene detallado el importe exacto que ha de pagar el usuario, que además lo hace de forma inmediata una vez que se confirma la reserva por una de las dos vías que se han citado ya en este apartado. Por lo general, se dota de berlinas vanguardistas con poco tiempo en el mercado y muy bien equipadas para satisfacer las necesidades del usuario a bordo.

Una vez que el conductor conoce el destino al que ha de ir, se dota de un software de navegación para llegar sin ningún tipo de problema. Dicho todo esto, algunas de los beneficios que aporta sobre el taxi por ejemplo, ya que con Cabify guarda más similitudes como veremos a continuación:

  • Se dan facilidades para que el conductor no tarde demasiado en recoger al usuario gracias a la localización exacta.
  • El usuario no está obligado a tener dinero en metálico a mano una vez que da la información de pago que prefiera, así que en ese sentido da una cierta comodidad.
  • La experiencia del servicio es muy buena gracias a las comodidades propias de los coches más novedosos del mercado por los que apuesta en su servicio.
  • Hay total certeza sobre el coste económico que el consumidor ha de afrontar cuando se va a subir al coche.
  • Si el usuario se deja algo por despiste en el coche, tanto él como la plataforma disponen de toda la información para recuperar sus pertenencias.
  • Se da una oportunidad laboral a particulares al llevar a cabo una modalidad de economía colaborativa.
  • Permite valorar al conductor una vez que se concluye el viaje.
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3. Cabify: parecida pero no igual

Cabify es una compañía más joven que Uber, ya que vio la luz en el año 2011, es española y no opera en tantos sitios como su competidora ya que, además de España, se encuentra en Chile, Colombia, Argentina, Perú, Brasil, Panamá, República Dominicana, Uruguay, México y Ecuador.

Está sometida bajo la misma legislación que la empresa californiana ya explicada y su funcionamiento consiste en un registro a través de su aplicación, donde hay que aportar nombre, email e información de pago para poder reservar cada viaje que se realice. También fija de antemano lo que va a pagar el cliente por el trayecto y permite reservar un viaje también desde un navegador web o por el teléfono. Entre sus ventajas hay que citar las siguientes:

  • Varias maneras de reservar un trayecto: ordenador, teléfono y smartphone.
  • Ofrece extras que mejoran la experiencia del usuario a bordo, como botellas pequeñas de agua e incluso conexión WIFI.
  • No es estrictamente necesario reservar un viaje de forma inmediata, sino que se puede planificar reservando un viaje para otro día a una hora fijada, lo cual es una gran ventaja para gente que viaje por trabajo con frecuencia.
  • Como pasa con Uber, monitoriza en qué coche va cada usuario, por lo que en caso de perder alguna pertenencia es fácil recuperarla.
  • Se puede valorar al conductor, como en su rival.
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Entonces, ¿cuál es mejor?

Pues como muchas cosas en esta vida: depende. Es cierto que, en algunas franjas horarias, contratar con Uber o Cabify es más barato que con un taxi. Sin embargo, se da la vuelta a la tortilla cuando llegan lo que se conoce como horas de alta demanda, de forma que los precios en esas plataformas se pueden llegar a disparar. Además, el tiempo de espera puede ser mayor que en el caso de un taxi en ese momento del día al no tener unas paradas autorizadas como sí pasa con este medio público.

La experiencia de usuario seguramente sea más positiva en estas nuevas empresas ya que añaden extras que siempre se agradecen y están dotados de coches de alta gama, además de distintas ofertas incluso para familias que suben a bordo con niños pequeños. Sin embargo, no en todos los sitios se puede disfrutar, así que para un habitante de un pueblo (o de un núcleo de escaso tamaño y población) sin coche propio lo mejor es el taxi.

Como decía Ortega y Gasset, “Yo soy yo y mis circunstancias”, así que os recomendamos elegir en base a la situación en la que os encontréis y el precio que os podáis permitir.

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