Àlex Crivillé: biografía del primer rey español de MotoGP

El primer campeón español de la categoría reina del motociclismo hace acto de presencia en este post. Veamos todo lo que hizo el gran Álex Crivillé durante su carrera deportiva.

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Nadie duda de que España es todo un referente en el motociclismo, tanto en la formación de pilotos como en la consecución de éxitos en la élite. Si se echa un vistazo al historial de campeones del mundo españoles, se podría ver una lista interminable de nombres a lo largo de los más de 70 años que lleva de vida el Campeonato del Mundo de Velocidad. No obstante, no todos han trascendido de la misma manera, bien porque “solo” tocaron la gloria en categorías de cilindradas menores o porque su personalidad no caló.

Uno de los que tiene un hueco muy especial en esa lista es, sin lugar a dudas, Álex Crivillé. Y es que “Crivi” fue el primero de ellos en proclamarse campeón del mundo en la categoría reina cuando ésta era y se llamaba 500 centímetros cúbicos. Por ser uno de los que abrieron el camino a lo que ha venido después (y sigue viniendo) en este deporte para España, en las próximas líneas él va a ser el protagonista.

Àlex Crivillé: el primer rey de reyes español

Tras haber puesto en contexto la figura de Àlex Crivillé como es debido, es el momento de ir al quid de la cuestión y abordar la figura del expiloto catalán, poniendo atención en sus primeros pasos en el mundo del motor, todo lo que consiguió durante su carrera deportiva y en qué anda metido tras su retirada.

1. Los comienzos

Àlex Crivillé Tapias nació el 4 de marzo de 1970 en la localidad de Seva (Barcelona). A pesar de que el motor y, en concreto, las dos ruedas le fascinaban, lo cierto es que hasta bien entrado en la adolescencia no empezó a competir. Con 15 años empieza a codearse con otros chavales en certámenes juveniles de cierta importancia. Fue su victoria en el Critérium que organiza la popular revista Solo Moto lo que le da cierta popularidad y le sitúa como una promesa del futuro.

Como se puede apreciar, sus comienzos no tienen nada que ver con los de otros pilotos más precoces y que han crecido en una época con más medios técnicos y económicos a su alcance. En su caso, fue una Honda de 75 centímetros cúbicos la que le acompañó hacia el éxito citado y los responsables de Derbi quienes apreciaron unas cualidades dignas de los mejores.

Se le abrieron las puertas del cielo que es la élite del motor y fichó por la marca española para disputar el Campeonato de Europa de 80 centímetros cúbicos. Su compañero de equipo, Julián Miralles, fue el campeón, pero aquel joven Crivillé demostró que lo mejor estaba por llegar con su tercera posición final. Eso sí, dejó su sello ganando en la catedral del motociclismo, Assen. Tras consolidarse entre los mejores de esta cilindrada en el Viejo Continente, su debut en el mundial no se hizo esperar mucho, y es que tuvo lugar en el Gran Premio de España de 1987 sobre el circuito de Jerez.

2. Debut deslumbrante en el mundial

Àlex Crivillé puede ser uno de los mejores debutantes en la historia del mundial de motociclismo, y es que en su primera carrera subió al segundo escalón del podio en la carrera que, recientemente, se ha citado por estas líneas. Solamente Jorge Martínez Aspar evitó que fuera el soñado imponiéndose por algo más de un segundo de diferencia a un chaval de 17 años hambriento de éxito.

Y tuvo cerca el primer título al año siguiente, 1988, cuando quedó subcampeón y compaginó su participación con la de 125cc, en la que corría para Hummel. Fue el último año en el que se permitía participar simultáneamente en dos cilindradas diferentes, lo cual había posibilitado antes la gran cantidad de títulos de otra gente como Ángel Nieto o Giacomo Agostini.

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3. La primera vez

Y al tercer año en el Campeonato del Mundo, llegó el primero de sus títulos. Tras la primera toma de contacto de la campaña anterior, Àlex Crivillé se proclamó rey de los 125cc. En tal éxito estuvo acompañado del equipo de JJ Cobas y de una Cobas-Rotax que le llevó hacia 5 victorias y 9 podios. Por aquel entonces, llevó el dorsal 28 en el carenado, el que lució en sus inicios mundialistas.

Su éxito le permitió promocionar a 250 centímetros cúbicos, pero en el cuarto de litro las cosas no fueron demasiado bien que se diga: primero con Yamaha y nuevamente con Cobas, que en 1991 se alió con Honda para competir. En ese bienio de la, por aquel entonces, categoría intermedia, sus mejores resultados fueron dos 5º puestos en Hungría y en la actual República Checa. No tuvo motos competitivas ni suerte, pero a pesar de ello promoció a la categoría reina de 500 centímetros cúbicos en el año olímpico 1992.

4. Lo bueno se hace esperar

Con Honda empieza su periplo entre los mejores del planeta, para ser exactos dentro de la estructura del equipo de Sito Pons, que solamente cuenta en su box con él. Con el discreto bagaje de los años anteriores en 250cc, sorprendió a todos subiendo al podio en su tercera carrera en la categoría, el Gran Premio de Malasia disputado sobre el trazado de Sepang.

La cosa no quedó ahí, y es que en Assen, es decir, 5 carreras después, consiguió su primera victoria. No había mejor escenario para estrenarse como vencedor en los 500cc que la Catedral del motociclismo, aunque posteriormente no volvió a subir al podio en los grandes premios restantes. Su carta de presentación la cerró con una 8ª posición final en la general y 59 puntos en su casillero.

En 1993 continúa al lado de Sito Pons y vuelve a subir al podio en Jerez y en Assen con sendos terceros puestos. Como consecuencia de la introducción del nuevo sistema de puntuación, mejora notablemente su puntaje hasta llegar a las 117 unidades, pero repite la 8ª plaza final. A pesar de que no logra progresar demasiado, ficha por el equipo oficial de Honda en vistas de luchar y conseguir el título de 500cc. A su lado tuvo, ni más ni menos, que a Mick Doohan, el gran dominador de la década de los 90´.

Con el australiano protagonizó una histórica rivalidad, que vino motivada por la persecución de un objetivo deportivo común e incidentes varios. Para la memoria queda ese espectacular duelo en Jerez de 1996 en el que el público invadió la pista antes de que la carrera tocase a su fin tras escuchar al speaker cantar, erróneamente, su victoria, lo que, probablemente, repercutió en la caída que sufrió Crivillé.

Con el mejor equipo del momento se estrenó en el Gran Premio de Europa de 1995, que se celebró en su casa: Montmeló. Fue un aviso del piloto maduro que se iba a ver en los años venideros, sobre todo el siguiente, cuando alcanza el subcampeonato. Por aquella época, Doohan, el golpe anímico de la pérdida de su padre y una grave lesión en la muñeca durante los entrenamientos de la carrera de Assen son los únicos en evitar que se corone campeón. No obstante, en ese 1997 que se lesiona, consigue vencer en Phillip Island, la casa de su compañero y rival, mientras que este se va al suelo.

Con un Max Biaggi que había irrumpido con fuerza, en 1998 queda tercero, afectado emocionalmente por el triste fallecimiento de su progenitor. La mejor dedicatoria y regalo que le podía hacer se la hizo en 1999, cuando se proclamó campeón del mundo de 500cc por fin sobre el trazado brasileño de Nelson Piquet, la penúltima cita de aquel campeonato.

Hay que decir que la aparatosa caída de Doohan en Jerez, y que le acabó costando la retirada, también jugó un papel importante en el desenlace, pero lo cierto es que, tras varios años en la pelea por el título, por fin pudo conseguir esa merecida corona. Este éxito marcó un antes y un después para el motociclismo español como se ha contado al principio, ya que esta cilindrada se había mostrado maldita para los pilotos de España, pero él se encargó de acabar con el gafe y demostrar que toda maldición llega a su fin.

Los dos años siguientes no se mostró, ni de lejos, tan fuerte como en los años anteriores, de manera que acabó en 9ª y 8ª posición en las temporadas 2000 y 2001, respectivamente. La explicación a tal caída de rendimiento puede estar en el anuncio de su retirada en 2002. El propio Crivillé aseguró, en aquella rueda de prensa de mayo de 2002, que había sufrido desvanecimientos y ataques epilépticos en varias ocasiones.

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5. La vida tras la retirada

Una vez replanteada su vida, Àlex Crivillé empezó a dedicarse más a una de sus otras pasiones, los caballos, y a comentar las carreras del mundial en varios de las distintas televisiones españolas que han retransmitido y retransmiten, por lo que ahora ve los toros desde la barrera aportando sus conocimientos a los apasionados que se pegan al televisor en cada carrera en España.

Fue una pena verle decir adiós al motociclismo con tan solo 32 años, porque a buen seguro que sin esos problemas de salud hubiese hecho disfrutar mucho más, pero es un placer escucharle en cada gran premio.

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